La vivienda se sitúa en una zona de bancales de piedra
en La Vera. Se apoya sobre el más alto de ellos, para
conseguir aprovechar mejor el microclima y las atractivas
vistas de la Vega del Tiétar y del Almanzor. La
fuerte pendiente se utiliza para enterrar parcialmente
la casa y así beneficiarse la equilibrada temperatura
del terreno natural. Para paliar la carencia de ventilación
cruzada se crea una grieta entre el terreno y la
edificación. De esta forma se consigue una vivienda
abierta al sur y ventilada al norte. Con el fin de garantizar
la condición de mirador de la fachada sur se crea
un espacio intermedio como regulador del soleamiento
que debe dejar pasar la radiación solar en los meses
de invierno e impedir su paso en los meses calurosos,
permitiendo que la brisa circule. Para ello se crea un
espacio muy similar a los secaderos de tabaco pero
utilizando materiales hoy disponibles en la industria
de la construcción. Un colchón de aire se envuelve en
celosías de aluminio, fijas en cubierta, móviles en
fachada, para permitir su gestión dependiendo de las
condiciones climáticas.