El Teatro Romano de Medellín salió finalmente a la
luz en 2010 tras una compleja excavación arqueológica
iniciada en 1970 y largamente interrumpida.
Datado en el cambio de Era (en fechas próximas
al Teatro Romano de Mérida) su ubicación en
el centro de una ladera orientada a sur retoma el
modelo de teatro griego, ya que se asienta y aprovecha
el desnivel natural.
Las intervenciones llevadas a cabo consisten
principalmente en la restauración, adecuación y
puesta en valor de sus estructuras, así como la
conservación de los elementos aparecidos durante
las excavaciones arqueológicas, y la reposición
de piezas originales por anastilosis.
Las acciones de mayor importancia han sido la
refacción del volumen de la base de la orchestra,
el frente del púlpito, y una porción de la cavea. Del
mismo modo, se ha repuesto parcialmente el graderío
y entablado del escenario de manera reversible
y desmontable, y se han restaurado las entradas
o aditi maximi, así como la pasarela superior
del ambulacro.