En el noroeste de Extremadura, a 5 km de la localidad de Moraleja, el Instituto Nacional de Colonización toma la decisión de crear un poblado para 2.000 personas. Los quercus preexistentes dejaron paso a terrenos de regadío, controlados por el nuevo embalse del Borbollón. Y es en la ribera del Arroyo Tinaja donde Fernández del Amo levanta el más laureado de los Pueblos Nuevos. Un terreno llano con declive suave hacia el regato, óptimo para los drenajes naturales.
La singularidad del proyecto radica en la sabia decisión de perpetuar la convivencia entre la vegetación autóctona extremeña y el diseño de las viviendas blancas, arquitectura serena. Se implantan un total de 340 moradas para colonos, con corrales y dependencias auxiliares agrarias, que son complementadas con una cincuentena de viviendas para campesinos. Fernández del Amo concibe seis tipos de viviendas, con una y dos alturas, y 3, 4 y 5 dormitorios. En el corazón del lugar, se localizan los servicios complementarios de la comunidad, constituidos por una iglesia con casa rectoral, el Ayuntamiento con casa para el alguacil, edificio social polivalente, casa de hermandad, escuela y viviendas para los maestros, seis viviendas para comerciantes, dispensario médico y su hogar correspondiente, y todas las infraestructuras públicas.
La disposición de las casas se torna hacia el interior, originando unas manzanas naturales creadas para convivir, y su perímetro es aderezado con una malla de sendas y recorridos que nos llevan a las parcelas de labor.