Tras seis años en los que el proyecto cambió de ubicación, contenido y presupuesto, la policía local trasladó su sede desde el casco antiguo al ensanche. El nuevo edificio, de geometría modular y rotunda, responde a las particulares condiciones tipológicas de sectorización y seguridad, y se estructura en dos cuerpos independientes. El volumen principal contiene los usos administrativos repartidos en dos alturas. Una serie de perforaciones forman tres patios de luz, así como los dos accesos y las dobles alturas sobre los vestíbulos, consiguiendo de este modo alzarlo del volumen general. El segundo cuerpo, con un funcionamiento de 24h, se segrega para cerrar la parcela por el lindero con la consiguiente limitación de consumos. El conjunto, que parece evitar el contacto con el suelo, abraza en su interior un gran espacio ajardinado en el que desarrollar experiencias didácticas. Por su parte, la envolvente exterior, compuesta por chapas nervadas de acero galvanizado microperforado, oculta las instalaciones y el centro de transformación, al tiempo que preserva la zona policial.