Construida a mediados del pasado siglo por la compañía minera Riotinto, la barriada de Aldea Moret estaba formada por edificaciones industriales de diversa escala y construcciones anexas para los trabajadores de la empresa. El abandono de las instalaciones dejó obsoletas viviendas, naves y vías de ferrocarril, en un entorno degradado social y económicamente. El proceso de revitalización del área se inicia con la conversión de la antigua nave Embarcadero en un centro cultural, social y formativo, ligado a la divulgación medioambiental, que compatibilizan la memoria de su origen industrial con la radical transformación de sus espacios interiores. Las diferentes actividades que engloba el edificio coexisten bajo el paraguas de un único espacio, incorporando un programa mixto de áreas expositivas, salón de actos, asociaciones, centro de formación, cafetería o biblioteca. La nave original, de sección parabólica, se rehabilita respetando las notables características de su estructura de hormigón armado, entre las que destaca la delgada lámina de cubierta. Los cerramientos opacos, que en su día caracterizaron el edificio, se sustituyen por frentes de vidrio con protección solar y lamas de ventilación, así como por paneles de policarbonato traslúcido que aportan ligereza a la imagen del conjunto. Cuatro nuevas estructuras de acero y vidrio generan una secuencia de espacios que se distinguen por su uso, forma, tamaño y color. Entre ellos, la pequeña torre (que integra una instalación de paneles fotovoltaicos) constituye el nuevo punto de referencia y hace patente cómo la sensibilidad hacia cuestiones medioambientales alcanza a todas las decisiones fundamentales del proyecto.