El programa de 49 viviendas se desarrolla en una manzana compuesta por cuatro bloques en forma de "L" que formalizan en su interior una plaza peatonal.
Una de las principales preocupaciones del proyecto era la construcción del espacio urbano, tanto de cara a la calle como hacia el interior de la manzana, así como la búsqueda de la escala adecuada.
La variedad de la composición de cada fachada está apoyada por las condiciones particulares que cada una tiene: de orientación, distancia y perspectiva. La planta manifiesta el deseo de apertura y relación con el entorno, al producirse un giro en la esquina que ofrece una fachada semifrontal al paseante, y este tipo. De esta manera, el edificio se pliega en vez de quebrarse, adquiriendo un carácter más amable y manteniendo una continuidad en su alzado. Se han estudiado además cuidadosamente las fachadas que vierten sobre la plaza interior, tratándolas como una 'piel' de ladrillo, superpuesta a una supuesta primera fachada. Los demás alzados se tratan con grandes huecos abstractos que reúnen en su composición otros menores, contribuyendo así a reducir la escala.